Un trabajo multidisciplinario, que reunió a varias líneas de investigación del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS), junto a otras instituciones nacionales e internacionales, describió un nuevo actor para activar la autofagia o “autodigestión celular”, proceso celular que participa en la génesis y desarrollo de obesidad, cáncer, Alzheimer y enfermedades cardiovasculares, entre otras enfermedades.
El estudio, publicado en la revista ‘Autophagy’ bajo el título “PKD2/polycystin-2 induces autophagy by forming a complex with BECN1”, muestra que el canal iónico llamado “Policistina 2” interactúa directamente con “Beclin 1”, regulador maestro de la autofagia.
El estudio de este proceso celular, fundamental para explica el origen de diversas patologías, ha significado el reconocimiento de tres premios Nobel. Uno de los avances científicos en este ámbito es la relación que tendría un funcionamiento defectuoso de la autofagia con la obesidad, causante de 2’8 millones de muertes en el mundo y que en Chile -según datos del Ministerio de Salud- cobra la vida de cerca de una persona por hora.
Alfredo Criollo, académico del Instituto de Investigación en Ciencias Odontológicas (ICOD) de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, investigador asociado de ACCDIS y líder de este trabajo, explica que la autofagia es un concepto que se expandió entre las décadas de los ’80 y ’90, cuyo significado ha ido cambiando en el transcurso de los últimos años. “Anteriormente, se pensaba que la autofagia era un sistema de autodestrucción celular, pero en realidad ya en la década del ’90 diversos estudios mostraron que esta autodigestión celular era beneficiosa para eliminar o reciclar componentes intracelulares defectuosos o innecesarios. Así aprendimos que la autofagia se activa frente a diversas condiciones de estrés celular, permitiendo a las células adaptarse a situaciones desfavorables», señala.
De esta manera, la investigación liderada por el profesor Criollo abre una puerta a la creación de nuevas terapias farmacológicas que permitan controlar la degradación de componentes intracelulares mediante esta «autodigestión celular» y combatir la obesidad.
Eugenia Morselli, profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica y una de las investigadoras que participó en este estudio, precisa que “se ha observado que cuando la autofagia es disfuncional en ciertas neuronas del hipotálamo, región del cerebro involucrada en la regulación de la ingesta, específicamente alterando el deseo de comer y favoreciendo la ingesta de alimentos”.
Respecto al desafío sobre cómo controlar la autofagia, Daniel Peña -bioquímico y Doctor en Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, posdoctorado de ANID/ACCDIS y primer autor del artículo- destacó que el desafío «para que se active la autofagia, la proteína ‘Beclin 1’ debe estar en un lugar y momento preciso al interior de la célula. Para que ocurra, el canal iónico ‘Policistina 2’ debe interactuar con Beclin 1 para formar un ‘complejo proteico’, ejemplificando que estos dos elementos son ‘nuevos amigos’ dentro del mecanismo de autofagia. El próximo objetivo será identificar más de estas interacciones para activar o disminuir la autofagia cuando sea necesario».
La investigación impulsada por ACCDiS contó con la participación de investigadores de la Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad KU Leuven, Houston Methodist Research Institute, Weill Cornell Medical College y UT Southwestern Medical Center.
Fuente: www.dicyt.com
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